La bursitis, una afección que afecta a las bolsas llenas de líquido sinovial llamadas bursas, puede resultar ser un desafío doloroso en la vida diaria. Estas bursas actúan como amortiguadores entre músculos, tendones y huesos, encontrándose comúnmente en áreas sometidas a estrés, torsión y fricción en el sistema musculoesquelético.
¿Qué causa la bursitis?
Esta afección se origina por 3 motivos principales:
- Movimientos repetitivos: La realización constante de movimientos sin descanso de una misma articulación puede irritar las bursas.
- Presión sostenida: Actividades laborales que implican mantener una postura o presión constante en una articulación pueden desencadenar bursitis. Por ejemplo, en trabajos que te exigen estar mucho tiempo de rodillas o en trabajos de oficina por estar con el codo permanentemente apoyado sobre la mesa.
- Enfermedades sistémicas: Afecciones reumatológicas (artritis reumatoide, gota), hormonales (hipotiroidismo, diabetes) e infecciones pueden atacar las bursas, causando inflamación.
Síntomas de la bursitis
Los signos más comunes de esta patología incluyen:
- Dolor mientras hay movimiento y en reposo durante un momento después del movimiento.
- El dolor puede sentirse también en áreas cercanas a la zona afectada.
- Dolor articular y sensibilidad cuando se presiona alrededor de la articulación.
- Rigidez y dolor cuando se mueve la articulación afectada.
- Hinchazón, calor o enrojecimiento sobre la articulación.
- Limitación de la movilidad de la articulación.
Tratamiento desde la fisioterapia
El tratamiento dependerá del fisioterapeuta, pero en breves palabras consistirá en un tratamiento antiinflamatorio en las primeras fases y conforme el dolor vaya disminuyendo nos centraremos en corregir los diferentes déficits funcionales que puedan estar causando el problema. El tratamiento antiinflamatorio y analgésico incluye lo siguiente:
- Crioterapia: Aplicación de frío para reducir la inflamación.
- Termoterapia: Uso de calor para aliviar el dolor y relajar los músculos.
- Contrastes de temperatura: Alternar entre frío y calor para mejorar la circulación.
- Drenaje linfático: Estimula la eliminación de líquidos y reduce la inflamación.
- Movilizaciones pasivas y tracciones articulares: Ayudan a mejorar la movilidad.
- Vendajes compresivos: Reducen la hinchazón y brindan soporte.
- Neuromodulación percutánea y terapia manual: Métodos para reducir el dolor y mejorar la función.
El tratamiento para corregir déficits funcionales sería el siguiente:
- Kinesiotape: Ayuda en la recuperación y estabilización de la articulación.
- Ejercicios de fortalecimiento y estiramiento: Mejoran la fuerza y flexibilidad muscular.
- Neuromodulación percutánea: Contribuye a la reducción del dolor y mejora la función neuromuscular.
- Ejercicios de control motor articular: Trabajan en la estabilidad y el control de la articulación.
En resumen, la bursitis es una afección dolorosa pero tratable con la orientación adecuada de un fisioterapeuta. Abordar tanto el alivio del dolor como los aspectos funcionales es fundamental para una recuperación completa y prevenir futuras recaídas. Si experimentas síntomas de bursitis, buscar atención médica y terapéutica es fundamental para recuperar la calidad de vida.
¡Recuerda! Consulta siempre a un profesional de la salud para recibir el tratamiento más adecuado para tu situación específica.
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